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La opa del BBVA al Sabadell, nueva amenaza para los usuarios de la banca

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Decía Aristóteles que la virtud está en el término medio. En las últimas dos décadas estamos asistiendo a un proceso en el que el sistema bancario español demuestra que es poco aristotélico. Hemos pasado de un exceso de operadores, muchos de ellos manifiestamente mal gestionados como demostró la crisis de 2008, a una excesiva concentración empresarial que representa una amenaza ya bastante real para los usuarios de la banca, es decir, toda la sociedad. Es evidente que este proceso de reducción de oferta provoca las prácticas oligopolísticas que ya no notan tanto los particulares como las empresas.

La opa de BBVA a Banco Sabadell es el golpe de gracia a la reducción de un mercado bancario que, como cualquier mercado en el que la competencia queda muy minimizada o desaparece, los clientes quedan en manos de las condiciones draconianas que imponen un pequeño grupo de operadores. Vamos hacia este escenario, si no estamos ya en él, como están empezando a notar los usuarios.

La última noticia que ha transcendido sobre este caso es deliciosa para alguien que está familiarizado con los habituales juegos de trileros de los bancos con sus inversores y clientes. Me refiero a la que se hace eco sobre que el BBVA ha advertido a sus inversores de los riesgos de la operación que está impulsando mediante un folleto informativo. Una acción esta que responde a la obligación que tienen los bancos de ser transparentes, pero que ha sido sistemáticamente ignorada por la gran mayoría de entidades en los últimos años, con los casos de Bankia o Banco Popular como los más escandalosos, con miles de personas engañadas sobre la situación real del banco.

Otro elemento que llama poderosamente la atención son las reiteradas advertencias del mismo folleto del BBVA sobre la posibilidad que haya “acontecimientos imprevistos relacionados con los activos o negocios adquiridos que pueden no haber sido revelados” o, incluso, “pasivos imprevistos”. Es decir, que un banco sospecha que, en una operación de compra-venta se supone que transparente, otro banco le está escondiendo hechos relevantes. Entre pillos anda el juego…

Ante todo esto, la sociedad y las autoridades que los representan solo podemos exigir lo que siempre tendrían que haber exigido y que, si se hubiese llevado a la práctica, nos habría ahorrado muchos problemas: que los organismos supervisores extremen el rigor a la hora de hacer la (importante) tarea que tienen encomendada. Nos jugamos algo más que una asociación libre entre operadores privados, ya que la actividad principal de estos operadores es determinante para la buena salud económica del común de los mortales. Justamente por este motivo están bajo supervisión.

Pero mi crítica no va solamente dirigida a los supervisores institucionales, sino también a las grandes firmas de auditores, encargadas de avalar este tipo de operaciones. Hago esta manifestación porque no debemos olvidar la euforia con la que fue presentada la ampliación de capital del Banco Popular en el año 2016, con un folleto informativo que informaba de la solvencia de la entidad.

El resto de la historia ya es conocida. La solvencia no existía, los que invirtieron perdieron su dinero (con la excepción de los que pudieron obtener sentencias favorables antes de la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 5 de mayo de 2022) y parece que nadie es responsable de esa presentación de solvencia que no era tal. ¿Nos podemos plantear que función hacia la gran auditora y garante de esa ampliación de capital, cuando resulta que el contenido del folleto informativo no se ajustaba ni mucho menos a la realidad?

La cuestión es que muchos ahorradores confiaron en el sistema y el sistema les falló. Artículos como el 38.3 y el 124 de la Ley del Mercado de Valores, que establecen la responsabilidad de los emisores de folletos informativos y de informes de solvencia, quedaron en papel mojado en este caso. Sería deseable que el sistema actúe en el presente caso y lo haca de manera eficaz, para no abrir la puerta a un escenario de virtual monopolio (creo que lo de oligopolio ya está superado) que nos deje a todos en manos de unos pocos. No queremos este futuro.

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